El guion está a la altura de los dos volúmenes anteriores, con marcados altibajos en la acción, algo totalmente necesario para poder crear un buen desarrollo de la historia que sea capaz de sorprender al lector en cada página. Y sobre la página final del volumen… simplemente añadir que nos deja con ganas de saber qué va a ocurrir, utilizando así un antiguo método narrativo, el clásico ‘cliffhanger’, dejando al héroe ante una gran incógnita sobre su futuro.
En cuanto al dibujo, se agradece enormemente que Kirkman haya decidido mantener a Shawn Martinbrought como único encargado de la serie, ya que sus trazos son totalmente acertados para este tipo de historia, con una línea clara y sencilla, que permite entender a la perfección lo que ocurre en cada viñeta. Especial mención también se merece Félix Serrano, encargado de dar color al dibujo, quien también se ha mantenido en la serie desde el primer número y al que hemos visto jugar con las sombras, otorgando distintas tonalidades según la situación.